NUESTRA HISTORIA

Una alianza Territorial de periodismo independiente y local

Entre los años 2010 y 2015 periodistas de todas las regiones de México nutríamos reuniones públicas o a puerta cerrada con embajadas, autoridades federales, organizaciones civiles, universidades y artistas en la Ciudad de México, que hacían un esfuerzo por empatizar o entender cómo en condiciones totalmente adversas estábamos reporteando la crisis de derechos humanos y corrupción en el país, al igual que el incremento de violencia de alto impacto.

Veníamos de un primer sexenio de guerra interna que se verbalizó como una acción político militar para contener a la creciente delincuencia organizada, pero que terminó tomando de rehenes a la población civil, y en medio de ello a la prensa.

Como víctimas activas, además de pedir protección y protocolos de seguridad, pusimos el dedo en la llaga: necesitábamos garantizar la vida, la integridad física, pero también la existencia de nuestro periodismo crítico, a profundidad, con rigor, comprometido, desde medios con independencia y solvencia económica. Más que chalecos antibalas reclamábamos acceder a fondos financieros que nos aseguraran seguir contando las crudas realidades del país desde el epicentro de las tragedias, caminando al lado de las resistencias como alternativas frente a las secuelas de la guerra.

En medio del incremento de violencias, censura, amenazas de muerte, desafíos, vacíos legales y precariedad para el periodismo mexicano fuera de la Ciudad de México, surge la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, que antecede a Territorial.

La nuestra no es una historia lineal o secuencial, sino de una serie de hechos, voluntades, necesidades y estrategias, que le fueron dando forma a lo que hoy somos, siempre en el margen de la emergencia, la precariedad laboral y, al mismo tiempo, la acumulación de reconocimientos por la calidad periodística, y con la complicidad de las audiencias.

Veníamos de un primer sexenio de guerra interna que se verbalizó como una acción político militar para contener a la creciente delincuencia organizada, pero que terminó tomando de rehenes a la población civil, y en medio de ello a la prensa.

Como víctimas activas, además de pedir protección y protocolos de seguridad, pusimos el dedo en la llaga: necesitábamos garantizar la vida, la integridad física, pero también la existencia de nuestro periodismo crítico, a profundidad, con rigor, comprometido, desde medios con independencia y solvencia económica. Más que chalecos antibalas reclamábamos acceder a fondos financieros que nos aseguraran seguir contando las crudas realidades del país desde el epicentro de las tragedias, caminando al lado de las resistencias como alternativas frente a las secuelas de la guerra.

En medio del incremento de violencias, censura, amenazas de muerte, desafíos, vacíos legales y precariedad para el periodismo mexicano fuera de la Ciudad de México, surge la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, que antecede a Territorial.

La nuestra no es una historia lineal o secuencial, sino de una serie de hechos, voluntades, necesidades y estrategias, que le fueron dando forma a lo que hoy somos, siempre en el margen de la emergencia, la precariedad laboral y, al mismo tiempo, la acumulación de reconocimientos por la calidad periodística, y con la complicidad de las audiencias.

Nombrarnos para existir, existir para resistir, Territorial pasó por varios entrenamientos en materia de financiación de proyectos, aprendimos a redactar propuestas desde la teoría de cambio y entendimos que queríamos seguir existiendo en colectividad.

Desde la Coordinación de Redes y Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie, a cargo de la periodista Jade Ramírez, donde se atendían emergencias de todo el país se promovieron, de 2015 a 2017, reuniones con financiadoras para que proyectos y nodos en los estados pudieran habilitar medios de comunicación como la mejor medida de protección que podíamos concebir.

La iniciativa no nacía de la nada, los debates al interior de la Red de Periodistas de a Pie apuntaban a la necesidad de pasar de la atención de la emergencia, periodistas cuidando periodistas, a la fuerza que nuestro quehacer nos daba: medios más libres para hacer más y mejor periodismo para un país en ruinas.

Algunos medios que habían empezando a nacer por voluntad propia y que gravitaban en torno a la Red de Periodistas de a Pie eran la punta de lanza y la aspiración de colegas al interior del país. Eran, sobre todo, el ejemplo de que las iniciativas no nacían sólo en la capital del país, sino que desde la profundidad de la provincia mexicana se comenzaba a cocinar un periodismo inconforme con las formas y con las anquilosadas y tóxicas relaciones entre la prensa y el poder.

Nombrarnos para existir, existir para resistir, Territorial pasó por varios entrenamientos en materia de financiación de proyectos, aprendimos a redactar propuestas desde la teoría de cambio y entendimos que queríamos seguir existiendo en colectividad.

Desde la Coordinación de Redes y Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie, a cargo de la periodista Jade Ramírez, donde se atendían emergencias de todo el país se promovieron, de 2015 a 2017, reuniones con financiadoras para que proyectos y nodos en los estados pudieran habilitar medios de comunicación como la mejor medida de protección que podíamos concebir.

La iniciativa no nacía de la nada, los debates al interior de la Red de Periodistas de a Pie apuntaban a la necesidad de pasar de la atención de la emergencia, periodistas cuidando periodistas, a la fuerza que nuestro quehacer nos daba: medios más libres para hacer más y mejor periodismo para un país en ruinas.

Algunos medios que habían empezando a nacer por voluntad propia y que gravitaban en torno a la Red de Periodistas de a Pie eran la punta de lanza y la aspiración de colegas al interior del país. Eran, sobre todo, el ejemplo de que las iniciativas no nacían sólo en la capital del país, sino que desde la profundidad de la provincia mexicana se comenzaba a cocinar un periodismo inconforme con las formas y con las anquilosadas y tóxicas relaciones entre la prensa y el poder.

Un gran ejemplo fue Lado B, en Puebla, con aspiración a ser rentable desde vías no viciadas, menos publicidad oficial y más audiencia. En el norte, el punto de convergencia eran más bien nodos gremiales conformados para profesionalizar primero, para hacerse fuertes, como la Red Libre de Periodismo en Chihuahua o la Red de Periodistas de Juárez, en Ciudad Juárez, donde coincidían talentosas periodistas trabajando en consorcios de alto prestigio, y que más tarde serían nodo semilla de medios importantes no sólo para su región.

 

Esta Alianza de Medios surgió a contracorriente, con prisas, miedos, duelos, mucho entusiasmo y confianza por la frecuente convivencia entre quienes íbamos sumando larguísimas trayectorias. María Teresa Ronderos –maestra emérita de la Fundación Gabo– se pasó un par de años escuchando las denuncias y voces reflexivas de periodistas en el bajío, el norte, el sur, occidente; promovió un fondo semilla desde el programa de libertad de expresión de la Open Society Foundation, para que periodistas y nodos fuera de la capital mexicana formalizaran la creación de medios o plataformas multimedia de periodismo, como medida de autoprotección ante el persistente clima de ataque, censura y desempleo.

La Alianza de Medios nació en el año 2017 con nueve medios, algunos que ya tenían forma y otros que se conformaron al amparo de ese primer fondo semilla. Pronto vimos la necesidad de ampliar y ordenarnos: se creó entonces la Coordinación de la misma, a cargo del periodista Ernesto Aroche. Dos años después eran ya 13 los espacios estatales entre medios experimentados, empresas, asociaciones civiles e iniciativas individuales.

Un gran ejemplo fue Lado B, en Puebla, con aspiración a ser rentable desde vías no viciadas, menos publicidad oficial y más audiencia. En el norte, el punto de convergencia eran más bien nodos gremiales conformados para profesionalizar primero, para hacerse fuertes, como la Red Libre de Periodismo en Chihuahua o la Red de Periodistas de Juárez, en Ciudad Juárez, donde coincidían talentosas periodistas trabajando en consorcios de alto prestigio, y que más tarde serían nodo semilla de medios importantes no sólo para su región.

Esta Alianza de Medios surgió a contracorriente, con prisas, miedos, duelos, mucho entusiasmo y confianza por la frecuente convivencia entre quienes íbamos sumando larguísimas trayectorias. María Teresa Ronderos –maestra emérita de la Fundación Gabo– se pasó un par de años escuchando las denuncias y voces reflexivas de periodistas en el bajío, el norte, el sur, occidente; promovió un fondo semilla desde el programa de libertad de expresión de la Open Society Foundation, para que periodistas y nodos fuera de la capital mexicana formalizaran la creación de medios o plataformas multimedia de periodismo, como medida de autoprotección ante el persistente clima de ataque, censura y desempleo.

La Alianza de Medios nació en el año 2017 con nueve medios, algunos que ya tenían forma y otros que se conformaron al amparo de ese primer fondo semilla. Pronto vimos la necesidad de ampliar y ordenarnos: se creó entonces la Coordinación de la misma, a cargo del periodista Ernesto Aroche. Dos años después eran ya 13 los espacios estatales entre medios experimentados, empresas, asociaciones civiles e iniciativas individuales.

Puebla (Lado B), Oaxaca (Página 3), Chiapas (Chiapas Paralelo), Guerrero (Trinchera un impreso de la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero primero y luego Amapola), Veracruz (el colectivo Voz Alterna, y más tarde La Marea), Jalisco (Zona Docs y más tarde se sumó Perimetral), Sinaloa (Inndaga /Noroeste) Chihuahua (La Verdad Juárez y Raíchali), medios con formas diferentes de gestión, conformación y tamaño pero todos con una agenda de derechos humanos en lo transversal.

Paralelamente la agitación de medios y periodistas explicando el México gobernado por los partidos de toda la vida, propició que Pie de Página coordinado por Daniela Pastrana, tuviera su propia redacción base, pero también se volviera la plataforma aglutinadora de probados talentos periodísticos en los estados.

Así se obtuvieron becas como la Mike O’Connor junto a Connectas, para investigar desde Chihuahua hasta Chiapas, pasando por varios rincones del país, lo que se llamó Banquete Minero; Empresas Españolas sangran a México, financiada también por Connectas es otro ejemplo, o la innovadora serie de periodismo transmedia Resistencias, financiada por la Fundación Ford, fueron trabajos pioneros que demostraron cómo una estrategia basada en el periodismo colaborativo era la clave en el periodismo mexicano. Todas y todos reporteando desde la expertis de estar en los territorios.

Vino entonces el cambio de estafeta, y a la Coordinación de la Alianza llegó la periodista Patricia Mayorga, con quien habría de comenzar a gestarse una necesidad de identidad propia, más allá del apellido de De a Pie, con el que nació la Alianza.

 

Puebla (Lado B), Oaxaca (Página 3), Chiapas (Chiapas Paralelo), Guerrero (Trinchera un impreso de la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero primero y luego Amapola), Veracruz (el colectivo Voz Alterna, y más tarde La Marea), Jalisco (Zona Docs y más tarde se sumó Perimetral), Sinaloa (Inndaga /Noroeste) Chihuahua (La Verdad Juárez y Raíchali), medios con formas diferentes de gestión, conformación y tamaño pero todos con una agenda de derechos humanos en lo transversal.

Paralelamente la agitación de medios y periodistas explicando el México gobernado por los partidos de toda la vida, propició que Pie de Página coordinado por Daniela Pastrana, tuviera su propia redacción base, pero también se volviera la plataforma aglutinadora de probados talentos periodísticos en los estados.

Así se obtuvieron becas como la Mike O’Connor junto a Connectas, para investigar desde Chihuahua hasta Chiapas, pasando por varios rincones del país, lo que se llamó Banquete Minero; Empresas Españolas sangran a México, financiada también por Connectas es otro ejemplo, o la innovadora serie de periodismo transmedia Resistencias, financiada por la Fundación Ford, fueron trabajos pioneros que demostraron cómo una estrategia basada en el periodismo colaborativo era la clave en el periodismo mexicano. Todas y todos reporteando desde la expertis de estar en los territorios.

Vino entonces el cambio de estafeta, y a la Coordinación de la Alianza llegó la periodista Patricia Mayorga, con quien habría de comenzar a gestarse una necesidad de identidad propia, más allá del apellido de De a Pie, con el que nació la Alianza.

Pronto se formularon pautas más delimitadas del primer tejido de redes colaborativas, y después de abrirse dos plazos por convocatorias para aceptar más solicitudes de incorporación –así como la desaparición de Inndaga y, por lo tanto, la salida del periódico Noroeste– hoy somos 17 alternativas informativas en los estados. Así se sumaron Pop Lab en Guanajuato, Revista Espejo en Sinaloa; Elefante en Tamaulipas; Istmo Press y El Muro en Oaxaca ; Letra Fría fuera de la capital de Jalisco y Escenario Tlaxcala.

Esta alianza como estrategia y marca ha trascendido a varios cambios, como la reformulación de la Red de Periodistas de a Pie o el nuevo paradigma político que gobierna en México y que, desde el año 2018, lejos de convertirse en un escenario favorecedor para nuestros medios, se volvió un componente aún más desafiante. Se multiplicó la aparición de youtubers, tiktokers, medios alienados u oficialistas que han ido enrareciendo la labor rigurosa del periodismo así como alejando las oportunidades de combatir la precariedad que arrastramos de varias décadas.

La Alianza de Medios, hoy Territorial, existe de manera pública desde mediados del 2018, con presencia en 12 estados de México desde donde ofrece a las audiencias buen periodismo desde la independencia financiera y política, pero con un piso común: hacer periodismo crítico, riguroso, conocedor de los territorios, colaborativo, que sabe mapear y explicar los problemas pero, sobre todo, es apartidista.

Continuamos caminando nuestros territorios, por lo que Territorial siguirá contando su historia.

 

Pronto se formularon pautas más delimitadas del primer tejido de redes colaborativas, y después de abrirse dos plazos por convocatorias para aceptar más solicitudes de incorporación –así como la desaparición de Inndaga y, por lo tanto, la salida del periódico Noroeste– hoy somos 17 alternativas informativas en los estados. Así se sumaron Pop Lab en Guanajuato, Revista Espejo en Sinaloa; Elefante en Tamaulipas; Istmo Press y El Muro en Oaxaca ; Letra Fría fuera de la capital de Jalisco y Escenario Tlaxcala.

Esta alianza como estrategia y marca ha trascendido a varios cambios, como la reformulación de la Red de Periodistas de a Pie o el nuevo paradigma político que gobierna en México y que, desde el año 2018, lejos de convertirse en un escenario favorecedor para nuestros medios, se volvió un componente aún más desafiante. Se multiplicó la aparición de youtubers, tiktokers, medios alienados u oficialistas que han ido enrareciendo la labor rigurosa del periodismo así como alejando las oportunidades de combatir la precariedad que arrastramos de varias décadas.

La Alianza de Medios, hoy Territorial, existe de manera pública desde mediados del 2018, con presencia en 12 estados de México desde donde ofrece a las audiencias buen periodismo desde la independencia financiera y política, pero con un piso común: hacer periodismo crítico, riguroso, conocedor de los territorios, colaborativo, que sabe mapear y explicar los problemas pero, sobre todo, es apartidista.

Continuamos caminando nuestros territorios, por lo que Territorial siguirá contando su historia.